miércoles, 12 de febrero de 2014

Mistake



Un error.

Una justificación.

Dudas, dolor, desesperación, anhelo, deseo, culpa… Un error que jamás debió provocarme tantas cosas. No tan intensas ni tan contradictorias.

El mismo error.

La misma justificación…

El remordimiento de saber que no será la última vez, ni que el arrepentimiento es del todo sincero.
Repetición del error que me corroe cada día un poquito más entre gemidos sin que quiera detenerlo.
Es un error, pero parece ser que soy incapaz de no cometerlo una y otra vez, entrando en un bucle de desesperación y deseo que me consume lentamente, noche tras noche entre las sábanas de un motel en el que no sólo hemos mentido sobre nuestros nombres, sino sobre nuestra condición.
Atrás quedaron las bromas y la vergüenza dejando paso a la complicidad y el asentimiento con una sonrisa que pretende esconder todo lo demás.

A veces me falta el aire entre tanto dolor y placer.

Y sé que te ocurre lo mismo, que lo que hacemos choca contra la moral y lo correcto. Pero que, al igual que yo, eres incapaz de parar y caes una y otra vez en el deseo oscuro que sentimos por el otro entre tanto amor.

Un amor que jamás tuvo que albergar ninguna clase de deseo por tu cuerpo y el mío. Un amor que siempre debió ser puro e inmaculado, no manchado por los besos y el sexo.

Pero ya es tarde para parar. Tus labios son como una droga y mis brazos son adictivos. Hemos caído en lo más hondo de nuestros corazones y es imposible salir.

Estamos condenados al sufrimiento en vida, a la plenitud de nuestra unión y a la desesperación por nuestros actos impíos.

Pero no importa, el error crece a cada día con cada suspiro anhelante y a cada mentira. No nos detenemos porque es demasiado para nuestras maltrechas almas que suplican por lo que siempre anhelaron en secreto.

No importa el sufrimiento, ni la condena. Porque todo está bien, de una manea retorcida, oscura y perversa.










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