domingo, 27 de octubre de 2013

Diosa de la belleza



¡Oh, hermosa Diosa de la belleza!

¿Se dignarán algún día tus ojos a mirar a este simple mortal que admira tu eterna belleza?

¿Seré digno de tal honor?

Cientos de súplicas se agolpan en mi mente mientras mis manos se pasean por la fría piedra en la que intento atrapar una ínfima parte de tu belleza. Sólo quiero una mirada, a mí, a mi obra, da igual... quiero que tus hermosos ojos se fijen en algo mío. Porque eres la más hermosa de las criaturas que existen en el universo y es por ti que mis manos tallan arduamente este trozo de mármol.

Largos cabellos dorados y sedosos posees, aterciopelada es tu piel y nívea como la nieve. Manos delicadas y finas con las que puedes otorgar las más deseosas caricias. Jugosos son tus labios, capaces de componer las más vivas sonrisas. Tus ojos son grandes y almendrados, del color de la miel. Toda tú eres hermosa y especial a los ojos de cualquier mortal, o inmortal...

Diosa de la belleza y el amor, sé condescendiente conmigo y tan sólo mira mi obra y sonríe complacida. No pido más que eso, bendice mi escultura con tu presencia, no pido más.

¿Qué más podría necesitar yo, un humilde escultor?

Sólo una mirada de mi eterna e imperecedera musa.


lunes, 21 de octubre de 2013

Madrugar



A falling star fell from your heart and landed in my eyes

I screamed aloud, as it tore through them, and now it's left me blind

Una melodía llega hasta sus oídos, despertándola en el proceso. Abre los ojos cansada y se dirige hacia el lugar del que procede la música. Mira el móvil y lo abre para, a continuación apagar la alarma. Y se equivoca en el proceso a causa del estado de sueño en el que aún se encuentra. No ha quitado la alarma, sólo la ha retrasado nueve minutos más.

Se encoge de hombros y se sienta en la cama a esperar a que vuelva a sonar. Y lo que deberían haber sido nueve minutos, se convierten en unos pocos segundos ya que, de alguna manera que no llega a comprender, su cabeza ha acabado apoyada sobre la almohada y se ha vuelto a dormir.

La misma melodía la despierta y la hace reaccionar. Coge el móvil y, en esta ocasión, sí le da al botón correcto.

Se dirige a la ventana y sube la persiana para ver el cielo aún nocturno, pero en el que se puede percibir que el sol pronto saldrá. Sonríe complacida y feliz porque ese día no ha tenido que madrugar tanto, sólo son las siete de la mañana, y eso no está mal.