lunes, 21 de diciembre de 2015

No sabía que esto podía causar tanto revuelo


Pues parece ser que se va a hacer una obra de teatro de Harry Potter y este es el elenco que va a dar vida al trío dorado. Mi primera reacción ha sido ver quién iba a ser Ron y quien Harry por si el actor de Ron era más bajito que el de Harry, algo muy importante para mí y que tenían que respetar a toda costa. Mientras estaba haciendo mis averiguaciones he visto que internet se volvía loco por una razón que, a mi parecer, no tenía mayor importancia: Hermione era negra.

¡Horror!

En serio, ni se me pasó por la cabeza que alguien pudiese fijarse en eso y verlo como algo malo. Al parecer no es coherente con el canon. ¿Qué canon? En los libros recuerdo que se decía que Hermione era morena, de ojos marrones, inteligente y con un pelo indomesticable. Para mí ese es el canon. Adoro a Emma Watson y creo que hizo una actuación increíble como Hermione, pero yo siempre pensé que era más morena, con el pelo más oscuro y muchísimo más revuelto. El tema del pelo de Hermione siempre fue algo que eché en falta en las películas.

Pero volviendo al tema del canon con el que no es compatible que Hermione pueda ser interpretada por una actriz de color. La gente no se queja por el canon que establece los libros, sino por el de las películas. ¿A mí que narices me importa el canon de las películas? ¿Qué me importa su coherencia? ¿Son las películas coherentes con los libros? ¿Respetan las películas el canon de los libros? La respuesta es simple: no.

Así pues no voy a darle importancia a algo que no la tiene. No voy a llevarme las manos a la cabeza y quejarme de que hayan cogido a una actriz negra. Me da igual, mientras lo haga bien, estaré contenta. La elección de esa actriz no se contradice con el canon de los libros, ni es una contradicción con nada. Tampoco muestra una falta de coherencia.

De hecho me gusta mucho la idea y se corresponde más con la imagen mental que yo tenía de Hermione en un principio cuando me leí los libros. Recuerdo la cantidad de fanart que vi de ella antes de las películas y solía ser más bien tirando a morena de piel.

¡Ojo! No me quejo de Emma Watson ni critico que fuese blanca, o demasiado blanca. Simplemente señalo que si no me llevé las manos a la cabeza con Emma Watson, no lo voy a hacer con Noma Dumezweni. No considero que vaya contra el canon, ni sea una falta de coherencia.

Para mí el único canon de Harry Potter que respeto y en el que me escudo cuando hablo de la saga es el que establece los libros. Así que, para mí, está todo bien.

 Fijarse en esas cosas y escudarse en las películas para criticarlo es un poco triste. En serio, quejarse de no respetar las películas de Harry Potter... Esas peliculas que son un atentado contra los libros que se supone están adaptando. Por favor, tengamos un poco más de criterio y seamos más abiertos de mente. A nadie se le ocurre criticar que el actor de Ron no tiene pecas ni el pelo especialmente rojo, nos parece una tontería, sin embargo, es algo que está en el canon bien especificado, no hay ambiguedad. Y decirlo, molestarse por eso, es una tontería, pues lo mismo con el tema de Hermione, sólo que no tienes ni el canon para defender tus ideas.

Así pues, termino con esto que ya ha ocupado en mi vida más espacio del que debería. Espero que la obra sea buena y, por tanto, un éxito. Y que la gente se relaje con el tema y se dé cuenta de que no tiene mayor importancia (a no ser que quieras dar la sensación de que eres un poco racista).

sábado, 21 de noviembre de 2015

Tras tu marcha


Jamás pude entender por qué. Tampoco quise hacerlo. Simplemente me dejé llevar por la pena y me aferré a la desesperación que me otorga la ignorancia. No saber me martirizaba, pero saber me aterrorizaba. Sin una razón podía vivir, pero jamás podría hacerlo de ser responsable de tu marcha.

En mi estado de ignorancia había momentos en los que me culpaba, pero otras, podía atacar el resto del mundo y encontrar un poco de paz. Seguía sin poder conciliar un sueño tranquilo que pudiese reparar mi mente torturada, pero me ayudaba a soportar tu ausencia un día más.

A veces tu recuerdo venía a mí con tal fuerza que apenas podía respirar y sentía que el mundo desaparecía a mis pies. Siempre ocurría en la soledad de la que esos días me asolaba y me gritaba hasta quedarme sin fuerzas. No era la única forma en la que tu imagen me perseguía. Otras veces llegaba a mí a través de un objeto, una palabra, un suspiro… llegaba poco a poco entre acciones cotidianas de tal forma que nunca sabía cuando había empezado a llorar, y una violenta apatía se apoderaba de mi cuerpo. No podía moverme durante horas y, cuando lo hacía, mi cuerpo se retorcía de dolor.

Fueron días en los que me regodeé en mi propio dolor y dejé de vivir para hundirme en la desesperanza. Y cuando sentía que podía revivir y empezar de nuevo sin ti, me fustigaba con recriminaciones y un futuro que no viviríamos.

Fueron días llenos de miseria que aún hoy me persiguen y me gritan que mi vida debería haber terminado el mismo día que te perdí. Pero ya no me permito la tortura de dejarme arrastrar por ellos. Sigo sin entender tus razones, pero ya no me escudo en mi ignorancia para culparme a mí o al mundo. He aprendido a vivir con la duda sin que me mortifique. He vuelto a disfrutar de la vida sin añorarte a cada instante.

Aún guardo tu recuerdo y jamás querré deshacerme de él, tampoco podría. Sin embargo, no permito que me haga daño. He aceptado que tu recuerdo siempre será mío, así como tú no me diste la oportunidad de serlo.

El Jilguero



Bueno, si alguien está buscando algo que leer y no le importa enfrentarse a un libro de más de mil páginas le recomiendo “El jilguero”. El libro en sí es muy bueno, pero sólo por las últimas cuarenta o cincuenta páginas, merece la pena si el resto del libro fuese un bodrio (que queda muy lejos de serlo) porque en ellas se cierra la historia de una forma magistral a través de Theo Decker, el protagonista. En esas últimas páginas comprendes mejor a Theo y a todas las personas que han pasado por su vida y el por qué de sus acciones. Es un final que te deja devastado, pero extrañamente feliz.

Es uno de esos libros que, cuando los terminas, tienes que rumiarlos en silencio y dejar que cada una de las palabras te atraviese poco a poco, releer algunos fragmentos para poder comprender la grandeza de varios momentos llenos de desesperación y miedo que ahora te dejan una sensación de victoria desgarradora y no un vacío desalentador. Es uno de esos libros en los que hay que pasar una especie de luto antes de poder dejarlo del todo y tener la energía suficiente como para atreverte a coger otro sin que te asolen los personajes del que acabas de terminar.

Realmente es un libro muy recomendable. Hacía tiempo que no leía con esa pasión desmedida que me aísla del mundo y me obliga a leer “sólo una página más” antes de volver a la realidad.

De la autora de este libro: Donna Tartt, también recomiendo “Un juego de niños”, lo leí hace demasiados años, pero todavía recuerdo varias escenas y lo mucho que lo disfruté, pese a lo mal que lo pasaba a causa del miedo de lo que podía pasar al final.

Y como muestra un botón:

¿Por qué empezaste?

¿Por qué empiezan todos? ¡Me dejó mi novia! La novia de ese momento. Quería ser malo y autodestructivo, y lo conseguí.

[…]

¿Y por qué no lo dejas?

¿Por qué tendría que hacerlo?

¿Hace falta que lo diga?

¿Y si no tengo ganas?

Si puedes dejarlo, ¿por qué no lo haces?

Quien a hierro mata a hierro muere, dijo Boris rápidamente, apretando con la barbilla el botón de su torniquete, que tenía un aspecto muy profesional, mientras se subía la manga. 

Por muy horrible que suene, lo entiendo. No escogemos lo que queremos y lo que no queremos, esta es la única y cruda verdad. A veces queremos lo que queremos aunque sepamos que nos matará. No podemos escapar de quienes somos. (Dicho en honor de mi padre: él al menos intentó querer lo sensato –mi madre, el maletín, yo– antes de volverse loco y huir corriendo de ello).

 

martes, 13 de octubre de 2015

Me acordé de ti



 Hoy me acordé de ti. 

No sentí enfado, ni rencor. Tampoco deseé que estuvieses a mi lado. No anhelé tus mensajes si quiera. No sentí paz sin embargo, ni me embargó un sentimiento de bienestar.

Te recordé con infinito amor y unas suaves ganas de llorar. 

Pero nada más.

No te eché de menos, ni enloquecí por tu ausencia. No quise escribirte, ni saber nada de ti. No suspiré por tener una foto tuya para mirarla. Tampoco deseé que desaparecieses de mi vida, ni de mis memorias.

No fue un momento agradable, pero no me siento con fuerzas para decir que sufrí por ello.

No anhelo lo que jamás fuimos,  no ansío el amor que jamás me diste.

Hoy fuiste un simple recuerdo que se desvaneció con la última nota de una canción cuyo nombre no conozco.

Simplemente, hoy me acordé de ti.